Hoy,
44 años más tarde, es mucho el camino que se ha avanzado, pero también
mucho el camino que queda todavía por abrir. La homofobia y la negación
de las libertades sexuales siguen siendo uno de los pilares principales
para el mantenimiento del sistema patriarcal.
En Castilla, estamos viviendo una ofensiva institucional contra
las libertades sexuales, por parte de un Gobierno reaccionario que
pretende legislar sobre los cuerpos de las personas haciéndonos
retroceder en materia de derechos y libertades. Por su parte la Iglesia
católica continúa con su demagogia y acientifismo, presentando libros en
los que se pretende patologizar las diferentes orientaciones sexuales.
Pero peor aún es la homofobia social,
tanto la directa como la indirecta, causante principal de graves
trastornos como depresión, adicción a las drogas y, en el peor de los
casos suicidios. Las estadísticas hablan por sí mismas: el 81% de los
gays y lesbianas de CyL desearían abandonar su comunidad por motivos de
discriminación sexual. Una comunidad en la que todavía una cuarta parte
de la población considera la homosexualidad una enfermedad mental. Este
es un claro reflejo de un fenómeno, el del exilio sexual,
que en Castilla agrava aún más el fenómeno de la despoblación de
nuestras comarcas. Vivir en las zonas rurales en ocasiones se convierte
en una pesadilla para los y las jóvenes con opciones sexuales no
normativas.
Pero
en las ciudades tampoco no es todo “de color de rosa”. Solamente la
ciudad de Madrid concentraba el año pasado un 31% del total de denuncias
de agresiones homófobas de todo el Estado. La visibilidad de la
sexualidad está todavía reprimida institucional y socialmente también en
la ciudad, relegando a la comunidad LGTB a mostrarla únicamente en las
zonas delimitadas para ello (como puede ser el barrio de Chueca en
Madrid) y además concentrada en locales de pago.
La comunidad LGTB debe volver a mostrar su capacidad de lucha.
Hace falta recordar que fue precisamente en Madrid donde se realizó la
mayor manifestación del 28 de Junio durante la Transición, convocada en
1978 por el Frente de Liberación Homosexual de Castilla (FLHC) en un
momento en el que las asociaciones de homosexuales eran todavía ilegales
y seguían existiendo presos y presas por delitos de “homosexualidad”.
Desde entonces se vienen realizando cada año multitudinarias
manifestaciones demostrando que en nuestra sociedad existe una mayoría
social progresista y una comunidad LGTB realmente luchadora.
Desde
Yesca creemos básico seguir fomentando una sexualidad libre y segura
entre la juventud, así como seguir defendiendo una educación sexual
científica y racional. La liberación sexual es una tarea que nos
debe preocupar a toda la juventud, ya que está directamente entrelazada
con la opresión que sufrimos como jóvenes. Por ello, asumimos
el compromiso de trabajar día a día en este sentido, desde la formación y
la creación de espacios de debate y libertad sexual. Nuestro objetivo
está claro: construir una sociedad no patriarcal y libre. Para ello es
necesario realizar un trabajo desde la base de los movimientos populares
y desde la base de nuestra sociedad.
Como jóvenes, no podemos permitir que se nos niegue el derecho a las libertades sexuales en nuestra propia tierra.
Luchar por la libertad sexual es también luchar en contra de la
emigración juvenil en nuestras zonas rurales y a favor de la liberación
completa como personas, como clase y como pueblo.
En todas las comarcas, en todos los pueblos y en todos los barrios, los y las jóvenes decidimos: ¡sexualidades libres y sanas! Yesca, la juventud castellana y revolucionaria
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